La Castellana

Este proyecto nos recibió en medio del camino: la obra ya estaba en proceso, pero había decisiones importantes por tomar. Acompañamos a la familia en la elección de acabados, carpintería y pisos, cuidando que cada detalle hablara de ellos y de cómo habitan su hogar.
La cocina y la chimenea fueron los únicos espacios diseñados desde cero.
La primera se abrió hacia el comedor para acompañar el ritual cotidiano de cocinar juntos, mientras que la chimenea se pensó como punto de encuentro, cálido y familiar.
Para integrar lo existente con lo nuevo, planteamos una paleta que dialogara con el mobiliario y modernizamos áreas puntuales como el techo y las escaleras, que se llenaron de vegetación para dar frescura y movimiento.
Así, esta casa encontró un equilibrio entre lo que ya era y lo que quería ser: un lugar práctico, acogedor y lleno de vida.